Fuera de Dupla

VGO – MAD

Cristina Fernández Núñez- Casa de Galicia, 6 de marzo de 2024 

«No podemos imaginar la fuerza que tendría la idea de viaje…»

Simone Weil

Si no es posible entender la obra de Cristina Fernández Núñez sin el concepto de viaje tampoco lo es sin el de movimiento. Lo encontramos en el ritmo de sus lienzos, en las rectas y curvas que conviven en sus fachadas, el tránsito de una nube que empieza a escaparse del plano o en su forma de atrapar sobre la tela un rayo de luz a punto de expirar. A veces, el tiempo corre en la pintura de Cristina con la velocidad de un frame que ella captura para nosotros. Lo ha memorizado en su retina mientras viajaba en un tren, pegada a la ventanilla, absorta en el paisaje como quien acude a una sala de cine.

El componente simbólico es otra de sus señas de identidad, La puerta, umbral por excelencia en la Historia del Arte, entre lo profano y lo sagrado, también está presente aquí . Cristina nos muestra el detalle de una puerta verde tallada en madera con uno de sus flancos en piedra labrada con motivos vegetales. No sólo resulta evocador imaginar qué se esconde tras ella, si no que narra a la perfección la dualidad de la artista a la hora de representar el paisaje. No es accidental que el ojo de Fernández Núñez se pare, cuando representa el paisaje urbano, en una moldura donde afloran guirnaldas. Todas esas formas orgánicas cinceladas en la piedra de un paramento mural o arabescos forjados en hierro enmarcando el vano de una entrada responden a una búsqueda de la naturaleza dentro de lo urbano. Del mismo modo, cuando acomete la representación de un paisaje natural busca la línea recta una y otra vez. Y siempre la encuentra. Está en el horizonte o en un texto (normalmente en francés) que atraviesa la naturaleza.

Se dice que el paisaje es memoria. En su libro «los misterios del rectángulo», Siri Hustvedt nos relata cómo «un cuadro crea la ilusión de un presente eterno, un lugar donde posar la mirada como si por arte de magia se hubiera detenido el reloj». El rectángulo del lienzo se convierte en una ventana abierta al mundo, donde el pintor se proyecta. Para Cristina es además el marco donde tomar oxígeno, donde pedir socorro y encontrar sosiego. Atrás quedan los años universitarios de la pintura en la ciudad del oso y el madroño, cuando iba y venía en tren de Vigo a Madrid mientras estudiaba Bellas Artes. Quizás por eso sigue inmortalizando la arquitectura de esta ciudad, porque sobre el tiempo no existe.

INSANIA

Iván Prieto – Fundación Eugenio Granell, 16 de febrero a 9 de abril 2023

Inquietante, conmovedora y onírica. La plástica de Iván Prieto (O barco de Valdeorras 1978) se ha comparado con la obra de Juan Muñoz -por el desasosiego que es capaz de transmitir y la soledad de sus personajes-, con la fotografía de la austríaca Diane Arbus -con quien comparte el gusto por lo freak- o los personajes cinematográficos de David Lynch. Es sabido que Prieto utiliza las facciones de personas de su entorno próximo como punto de partida para la elaboración de muchas de sus esculturas, aspecto que ha llevado a la crítica a compararlo con George Seagal, quien también echa mano de moldes. Por otra parte, la pose congelada de sus personajes y su sentido instalativo lo han relacionado con Erwin Wurm.

Estos paralelismos contextualizan el trabajo de Iván Prieto en una órbita internacional, quien encuentra también aquí, en su Galicia natal, un referente muy próximo como lo es Eugenio Granell. Ambos parten de la libertad creativa que reclama el surrealismo huyendo del corsé de la realidad y recreando un universo propio. Uno, donde la mujer tiene un protagonismo muy destacado como se evidencia en la presente muestra. Las equilibristas de Prieto son una constante en toda su carrera, aludiendo a un estado perpetuo «en el alambre», como él mismo sostiene. Mujeres con formas redondeadas como «Pumpkin Girl» pero también geométricas, en «Geometrict twins» encontramos un destacado paralelismo formal con la escultura de Eugenio Granell (pensemos en la «La dama de Fontainebleau»). Algunos bustos del escultor orensano, como «Pájaros en la cabeza», nos evocan el gusto del surrealismo por la liberación del subconsciente y a la vez nos rememora uno de los personajes más granellianos, la mujer-pájaro.

Cuando los personajes representados son masculinos, encontramos en ambos artistas una fuerte tendencia hacia los seres andróginos, deuda surrealista de influencia platónica, y en el caso concreto de Iván Prieto, casi siempre con los labios pintados. Destaca en este sentido el personaje de «Ícaro”, una de las esculturas más autorreferenciales del orensano. Dicha figura mitológica es un homenaje a la fragilidad que el escultor llevó a cabo cuando residía en Berlín, donde el cambio de aires desencadenó en él fuertes crisis asmáticas, aspecto que terminó reflejando en su obra. Nacen así los inflables, personajes que se deshinchan, asfixiados por un entorno hostil.

Si el teatro fue importante en la obra de Granell, en la de Iván Prieto las emociones adoptan forma de disfraz. A menudo los personajes del orensano son conejos o un híbrido entre lo humano y lo animal. Máscaras que funcionan como parapetos de los que se valen sus figuras para soportar la realidad. Asistimos aquí a una instalación protagonizada por títeres con personajes hieráticos y coloridos, incapaces de esbozar una sonrisa.

Hoy, superado y disuelto el concepto de estilo, lejos de encasillar el lenguaje artístico de Iván Prieto, su obra evidencia una incesante búsqueda de sortear las facultades conscientes. Es también palpable en su forma de acometer la materia, una suerte de meditación donde tiende a replicar elementos de forma automática. Así lo refleja su obra «Craziness», una cerámica construida por un cúmulo de manos, como si cada palma fuera un pensamiento. Un disfraz, un trance, una neurosis verde que frunce el ceño.

POR UNA CABEZA

Samuel Salcedo y Pelucas Pilas Bubbles – (intervención urbana, Jardín de Fonseca), 10 de febrero a 24 de abril 2023

“Por una cabeza” es el nombre elegido para esta muestra que no solo hace referencia a la plástica de estos artistas, si no que apela de forma simbólica a la figura del apóstol (a cuyo cuerpo custodiado en la cripta da la catedral le falta precisamente la cabeza al ser decapitado) y a su representación equina, ya que la expresión es un término ecuestre. A todo esto hay que añadir el hecho de que Santiago es la cabeza cultural de Galicia, aspecto que la exposición (tanto desde la galería de arte coma la calle) estaría enfatizando.

Teniendo como punto de partida la galería Dupla, la obra de los artistas sale a la calle. En concreto, a través de una instalación de Samuel Salcedo en el Jardín de as pedras que falan en Fonseca, tras un acuerdo con la Universidad y el Concello de Santiago. Esta ubicación está estrechamente relacionada con el concepto plástico del escultor catalán, quien concibe sus piezas como una especie de canto rodado como puso de manifiesto en su intervención urbana en el  Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada (CEART), exposición a la que denominó “Rolling Stones”.

Con esta iniciativa se busca la interacción con el espectador acercando el arte a los habitantes.

 

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