“Hay que saber guardar la frescura con que un niño se acerca a las cosas. Es preciso proteger esa inocencia”.

                  Henri Matisse. Príncipe de los fauves

Pablo Rodríguez (Córdoba, 1989) es el menor de tres hermanos, así que no le quedó más remedio que ser “el pequeño” desde el principio. 

A pesar de un profesor que le aseguró carecer de creatividad, el niño Pablo siempre estaba dibujando y ya de adulto nació Little.

“Cuite Chaos” es una celebración de su universo. Ése donde nos cuesta adivinar el sexo de sus personajes esquemáticos, que pivotan de planeta en planeta porque allí no hay gravedad. Ni principio, ni fin en su narrativa. 

Incorpora el tachón en sus dibujos y el perfil irregular en sus cerámicas porque no conoce la desaprobación.

Con un trazo aparentemente ingenuo, nos habla de la fragilidad, el amor y los afectos. En su mundo los felinos se comportan como humanos y descansan a la sombra de palmeras mientras los humanos mudan de piel como si fuesen serpientes. 

Negro sobre blanco en el papel, reserva el color para la cerámica. Una explosión cromática donde tampoco existe la convención. Sensible y vitalista, su obra despierta en el espectador al niño que todos llevamos dentro. A esa “fiera salvaje” que también era Matisse. Es la belleza de vivir en un mundo ingobernable, en un caos maravilloso.

Lucía C. Suárez